"Mi madre y yo entrábamos en el bautisterio, pisando los mosaicos de mármol y de vidrio del pavimento, teniendo ante nosotros los anchos arcos en los que el tiempo ha curvado ligeramente las superficies ensanchadas y rosas, lo que da a la iglesia, allí donde el tiempo ha respetado la frescura de su colorido, el aspecto de ser de una materia dulce y maleable como un panal de alvéolos gigantescos; en cambio, allí donde el tiempo ha endurecido la materia, y donde los artistas la han calado y ornamentado de oro, parece una preciosa encuadernación, en algún cuero de Córdoba, del colosal evangelio de Venecia."
MARCEL PROUST: "En busca del tiempo perdido"
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