"Solo en Venecia, Rolfe se dedicó a forjar nuevos sueños. El sol brillaba esplendorosamente en la ciudad de los canales y al vagabundo maltrecho y sin hogar siempre le habían gustado el agua y el sol. Es más, ahora tenía dinero en el banco. No era mucho, pero para alguien que llevaba tanto tiempo viviendo de prestado y cargado de deudas hasta treinta libras (no podían ser más) parecerían una suma importante. Cabe adivinar casi con exactitud de qué modo emplearía el tiempo. No hay duda de que nadaba mucho y de que alquiló un sandalo, que aprendió a remar al estilo veneciano, cosa que no es nada fácil. Hablaba en italiano, su deficiente y académico italiano, con todo el que se pusiera a su alcance, desde los niños pescadores hasta el secretario del hotel, aunque quizás hablase principalmente con los pequeños pescadores. Y daba gusto a la sensualidad de sus ojos. A lo largo de toda su vida Rolfe había demostrado ser muy susceptible a las apariencias externas. Ahora, en la vieja ciudad italiana donde había tantas cosas que ver, se entregó a una verdadera orgía de contemplación."
A. J. A. SYMONS: "En busca del barón Corvo"
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