“El agua corre en las secretas fuentes que ya se van apagando en un hilo de plata. Hay una fuente de dos caños con un rústico balconaje de hierro y unos bancos de piedra desgastada. Más allá, en la glorieta de altos árboles que cabecean majestuosos en las tardes de estío, está la verdadera fuente –la Fuente de la Salud– con su alta pilastra y sus cuatro caños, ya ciegos…”
VALENTÍN BLEYE: Rapsodia de la ciudad abierta.
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