“El deslumbramiento de los amigos que nos visitan y que acompañamos a conocer la isla mantiene viva y atenta nuestra propia mirada, impidiendo que nos deslicemos poco a poco hacia una percepción rutinaria, de la que resultaría que al volver a los sitios conocidos los encontráramos iguales. Lo cual, pensándolo bien, no hay gran riesgo en que llegue a suceder. Por ejemplo, en los Jameos, por primera vez, vi como un chorro de luz bajaba de un agujero en el techo de la caverna y atravesaba el agua límpida, iluminando el fondo, siete metros abajo, hasta el punto de parecer que podíamos alcanzarlo con las manos.
Me acordé, en ese momento, de las últimas palabras que escribí en Viaje a Portugal: «Es necesario ver lo que fue visto, ver otra vez lo que ya se vio, ver en la primavera lo que se vio en verano, ver de día lo que se vio de noche, con sol donde primeramente la lluvia caía, ver el trigal verde, el fruto maduro, la piedra que cambió de lugar, la sombra que aquí no estaba». Nunca había ido a los Jameos de Agua a aquella hora, por eso no había podido ver la luz, aquella paciente luz que regresa todos los días, esperando encontrarme.”
JOSÉ SARAMAGO: Cuadernos de Lanzarote.
1 comentario:
Es un lugar maravilloso. Recuerdo los cangrejillos esos endémicos, tan blancos.
La foto primera es una chulada. Y la segunda más aún.
Saludos
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