“Las paredes rocosas formaban una escarpa vertical salpicada de verdura. El hilillo de agua del Guadalevín discurría en lo hondo, entre las peñas y, más lejos, el llano ondeaba amarillo y rosa, como un helado de fresa y de vainilla. Las chovas se cernían inmóviles en el aire. De súbito, como obedeciendo a una señal, se sambucaron bajo los arcos, lanzando gritos.”
JUAN GOYTISOLO: La isla.
2 comentarios:
Qué vértigo. Y más, escuchando los acalorados gritos de las chovas.
Saludos
De vértigo habla, precisamente, Ronda III, que ya está en borrador. Gracias, Amparo.
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