“Pero Mulay Idriss, aquella tarde, estaba tan blanca como si su plaza con todos sus soportales hubiera sido excavada en un inmenso queso para untar. Los últimos rayos del sol caían como hojas de oro sobre uno de los lados de la plaza, y el otro se hallaba en una sombra de purísimo azul. Por encima de ella, los tejados abarrotados y las terrazas y los balcones llenos de mujeres con vestidos de colores parecían un campo de flores junto a una cantera de mármol.”
EDITH WHARTON: En Marruecos
JACQUES MAJORELLE: Moulay Idris
3 comentarios:
Hola Rubén: Hacía un montón que no te comentaba, aunque he seguido viajando de tu mano. Me encantan tus retratos: creo que tienes muy buena mano para sacar a las personas. Sobre todo a esa preciosidad que lo observa todo desde la barra de la izquierda.
Un abrazo.
Qué cerca las dos imágenes.
Bonita conjunción de texto e imágenes! Saludos!
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