"Pero llueve, llueve, llueve. ¿Quién dijo que en Flandes ya se había puesto el sol? Marquina hablaba de memoria. En Flandes no sólo no se ha puesto el sol. Es que jamás ha salido, al menos estando yo allí. Son mil años de lluvia, de nubes que se desgarran en los piñones dorados de los tejados y se condensan en las góticas aspilleras. Dentro de las casas ha habido monjes miniando códices, maestros esculpiendo tallas, pintores sacando nácar a los rostros de la Virgen, dibujando burgueses felices entre bodegones a la luz de los candelabros."
MANUEL VICENT: Viajes, fábulas y otras travesías.
10 comentarios:
Qué paz transmite...
Brujas tiene la fama (merecida), pero Gante es también fantástica. Algunas de mis fotos más queridas son de allí...
En todo el Benelux (en Holanda, sobre todo) la luz parece encenderse y apagarse sin transiciones... Como si no existieran los conceptos de alborada y ocaso.
Gracias por la foto, por el texto, por la música.
¿Esto no lo hemos hablado ya en otra entrada? Yo soy más de Gante. Sí.
Foto transparente.
Qué vertical es la imagen y qué horizontal la música. Qué bella entrada.
Saludos flamencos.
¿ Cómo hay ciudades que parecen de cartón piedra?. Gante es totalmente medieval.
Visité con un amigo organista, su catedral,y me sorprendió las dimensiones del órgano. Es el órgano más grande de Bégica.
¡ Qué bonito color de foto conseguiste!
Saludos
Este salto le ha venido muy bien a mi morriña :))
Un beso.
Creo que ya lo dije: Brujas es una ciudad-museo, y Gante está viva. Sin embargo, mi visita a Gante fue fugaz, y la lluvia no me dio tregua. De momento, me quedo con Brujas.
La foto está pidiendo photoshop a gritos, pero me da pereza. Tenía más magia en el cuarto oscuro, la dejo tal cual.
Gracias por comentar.
Ay, me has dado directamente en el corazón. Una de mis ciudades más amadas. Y Desprez...
Soy más de gante, insisto. El texto muy sugerente. De todos modos lo que más me llama la atención es la foto, si algo prevalece en el recuerdo fue el negro profundo del canal principal.
Brujas y Gante, qué preciosura, ¿no?
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