A N. V. DE G. S.
“El insondable mar, y las lágrimas, y el tiempo,
las hazañas de los héroes y los crímenes de reyes
nos separan; y el río de los acontecimientos
durante eternidad de años hacia este y oeste
ha mecido nuestras cunas con más fuerza. Me resultas
extranjera, como cuando los marinos al amanecer
divisan una tierra a lo lejos sin saber cuál es.
Así me acerco vacilante; así navego
en torno a tu islote misterioso, y contemplo
rompientes y grandes montañas y bajíos fluviales
imponentes,
y oigo desde la orilla voces que llaman de tierra adentro.
Extraño es el corazón del marino; espera, teme;
se aproxima y se distancia de esa costa;
por fin repara su velamen desgarrado, y hacia el piélago
enfila su destrozada proa, retirándose inquieto.
Sin embargo, al irse, piensa sobre el timón
en aquella isla brillante; allí donde temió tocar,
vuelve su espíritu a aventurarse; y durante muchos años,
allí donde dormita junto a su mujer, a salvo en casa,
pensamientos de esa tierra le vuelven a visitar;
ve que las montañas eternas le hacen señas, y se despierta
con el anhelo de aquel lejano hogar que pudo ser.”
ROBERT LOUIS STEVENSON
“El insondable mar, y las lágrimas, y el tiempo,
las hazañas de los héroes y los crímenes de reyes
nos separan; y el río de los acontecimientos
durante eternidad de años hacia este y oeste
ha mecido nuestras cunas con más fuerza. Me resultas
extranjera, como cuando los marinos al amanecer
divisan una tierra a lo lejos sin saber cuál es.
Así me acerco vacilante; así navego
en torno a tu islote misterioso, y contemplo
rompientes y grandes montañas y bajíos fluviales
imponentes,
y oigo desde la orilla voces que llaman de tierra adentro.
Extraño es el corazón del marino; espera, teme;
se aproxima y se distancia de esa costa;
por fin repara su velamen desgarrado, y hacia el piélago
enfila su destrozada proa, retirándose inquieto.
Sin embargo, al irse, piensa sobre el timón
en aquella isla brillante; allí donde temió tocar,
vuelve su espíritu a aventurarse; y durante muchos años,
allí donde dormita junto a su mujer, a salvo en casa,
pensamientos de esa tierra le vuelven a visitar;
ve que las montañas eternas le hacen señas, y se despierta
con el anhelo de aquel lejano hogar que pudo ser.”
ROBERT LOUIS STEVENSON
11 comentarios:
Hay cuadros que parecen fotos... y fotos que se asemejan a cuadros...
Con esta música de fondo, como un oleaje... la que debe oir Stevenson desde la isla que alcanzó y donde se quedó para siempre...
Hermoso, como siempre, Rubén...
Un beso.
Un abrazo desde la belleza de Chile.
Me encanta Estevenson desde que lo estudiamos en el instituto. Soy una fan.
La foto es de lo más expresiva.
Saludos
La imagen resulta entrañable en su desolación.
A mí lo que me ha gustado es la paradójica cercanía del texto y la foto.
Hierven juntas.
La canción me recuerda el achicarse de las ciudades en las distancias que se (re)toman desde el puerto; como la nostalgia va cubriendo los espacios mojados hechos de mar que separan.
Abrazo y gracias
QUÉ FOTO! Qué trocito de vida!
Un foto que cuenta mil historias posibles. Sí señor.
El placer de dejarnos ver lo que vos sabés mirar (como te dije en el otro post).
un abrazo, Rubén.
e.
COmo el bolero de Machín, lo que pudo haber sido y no fue.
Jorge Luis Borges me llevó a Stevenson, en los mares del sur.
Busco y encuentro; caminante de mundo eternos y encuadres sublimes. Gracias.
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