MILÁN

"Milán es una ciudad abierta, enorme, maciza e importante. Situada entre el mundo latino y el mundo germánico, se decanta sensiblemente hacia este último, hacia una esencia centroeuropea muy acusada. Pero se decanta sin tener una plena convicción, y por tanto, sin acabar de tener la sustancia y la gracia de la autenticidad. La luz es cruda, de una aspereza extraña. En invierno la crudeza es glacial y dura; en verano, polvorienta y explosiva. Este aspecto opaco de la gran ciudad se colorea tenuemente algún día de primavera, hacia la tarde, cuando cansada de trabajar, con los brazos caídos, la luz se deshilacha encima de la ciudad como una vela sin viento, dormida. Es un instante de fantasía. El Duomo, ese botón de la gran rueda urbana de Milán, esa catedral que parece hecha a propósito para que la admiren los sudamericanos, coge a esas horas un tono anaranjado que provoca, sobre el color hueso de las piedras, un efecto de escenografía."





"Milán ostenta una gran concentración de obras de todas las épocas y estilos. La Basílica de San Ambrogio es una edificación arquetípica del románico italiano con matiz lombardo. El Duomo, de cinco naves, es el edificio gótico más importante de Italia. Y sin embargo es un monumento glacial. El castillo Sforzesco es una obra renacentista notabilísima. Después de los bombardeos de la última guerra, en la ciudad se han levantado los edificios modernos más importantes de Italia."

JOSEP PLA: Cartas desde Italia.


DINO BUZZATI: Piazza del Duomo di Milano.