Caffè Gotico
Via della Stelletta
Soy un animal propenso a la elegía. Debe de existir
alguna taxonomía que me clasifique. He aquí
el mantra silencioso del Pantheon desde hace siglos,
he aquí las palmeras felices del Gianicolo,
he aquí el oro del otoño romano. Tengo en el cuerpo
aún la mirada de la mujer de ayer en el Caffè Gotico
como una invitación a intercambiar
las generalidades animales. El tiempo es una cuchilla
y rasga el aire del día, trae otra ciudad:
tú y yo en el mismo lugar. La elegía comienza.
Veníamos de la Via dei Portoghesi,
el corazón abierto sin anestesia.
Tantas cosas han cambiado desde entonces.
Se congeló el agua en las fuentes,
se descongeló y volvió a manar, sucia.
Ahora tengo todo cuanto deseo. Pero también
algo que no quiero y me persigue:
me tengo a mí, todo cuanto ya no tengo.
Sólo soy los que ya nunca seré.
6 comentarios:
Qué foto más maravillosa del más maravilloso barroco romano. Uno de los edificios que más me ha emocionado en la vida.
Preciosa la foto.
Gajos...
Hermosa fotografía... me gusta su luz.
Un abrazo.
Es curioso, pero no me gusta mucho el Barroco. Sin embargo, con Borromini hago una excepción. Y lo que hizo con la fachada ondulante de San Carlino fue un prodigio.
!que bien! ahora esta posteando sobre Roma, a mi me ha gustado su post sobre el elefante del obelisco, mire que ya habia visto la pintura de Dali,pero pues no la habia apreciado bien pues no sabia de esa estatua
En realidad el origen es el grabado, y de ahí surgió el elefante de Bernini y tantos otros. Me alegro de su regreso.
Qué textura tiene la foto de esta curva y esta contracurva. Cómo domar la piedra. El inmenso Borromini, al que tanto copió Gaudí.
Publicar un comentario