jueves, 14 de febrero de 2008

URUEÑA




ANTONIO COLINAS
¿Conocéis el lugar?

¿Conocéis el lugar donde van a morir
las arias de Händel?
Creo que es aquí, en este espacio
donde se inventa la infinitud de los amarillos;
un espacio en el centro del centro de Castilla
en el que nuestros cuerpos podrían sanar para siempre
si tus ojos y mis ojos
mirasen estos páramos
con piedad absoluta
y en donde hasta el espíritu suele arrodillarse
para hacernos su ofrenda
en rosales de sangre.
En este espacio hay un fuego blanco
en el que viene a expirar esa música
que nos llega de lejos, ¡de tan lejos!
¿Conocéis el lugar donde van a morir
las arias de Händel?
Está aquí, en una tierra con más cielo que tierra,
donde los ruiseñores serenan la alameda
y la alameda serena a los ruiseñores,
y con la emanación
húmeda del tomillo más nocturno,
acude un enjambre de estrellas
a venerar la última espina de Cristo.
Es el lugar donde la luz
llora luz,
y la catedral de los cardos
alza su grito de silencio,
y están solas, muy solas, las vírgenes anunciadas,
y el pueblo amurallado y muerto
asciende vivo sobre un horizonte de lágrimas,
no sé si como un salmo
o como una corona de piedras inciertas.
¿Conocéis el lugar donde van a morir
las arias de Händel?
Está aquí, en el centro del centro de Castilla,
donde por los linderos morados
se tensa, como un arco, la luz;
es un espacio en que la nada es todo
y el todo es la nada,
y en el que junio joven viene por los montes
vertiendo de su copa oro líquido.
Es un lugar en el que el espacio y el tiempo
sólo son una hoguera
que arde y que mantiene su combustión
gracias a nuestras vidas (quiero decir:
gracias a nuestras muertes).
La música que más amáis
aquí tiene su tumba.
Es la música que, a través de la respiración de las espigas,
viene a morir en la luz que respiran nuestros pechos.

JOSÉ S. CARRALERO: Urueña

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Antonio Colinas estuvo a punto de ilustrar mi visión de Tierra de Campos. Bastante desconocido. Urueña una delicia. También la deliciosa tarea casi arqueológica de los romances rescatados por Joaquín Díaz.

Anónimo dijo...

Ahora sí que me has conquistado. Pasé hace dos semanas santas allí unos días en una casa rural. Conocí a Don Joaquín con el que comparto apellido, que me enseñó su mueseo y entablé cierta amistad con un matrimonio joven recientemente asentado en el pueblocon. Seriamante, incluso, me planteé dar un golpe de timón a mi vida e irme a vivir allí... la ilusión ésa duró lo suficiente como para enamorarme de ese pueblo para siempre.

Urueña, corazón de mi Castilla... y encima Bartoli y el Lascia...

Leandro dijo...

Nunca escribo en tus posts, porque debería comentar siempre con interjecciones de asombro y admiración y envidia, y acaso éstos se oígan mejor que se lean. En estas fotos, como en otras anteriores tuyas, me fascina el uso de las sombras sobre texturas; esos ocres y negros...
Noto que los caminos de internet que recorro diariamente tienen un declive pronunciado que termina llevándome hasta aquí, siempre.

Anónimo dijo...

Me gusta el plano primero y la textura tierra de las otras dos. Colinas, siempre buc�lico y m�s (a veces parece un poeta de otro tiempo). Y el cuadro de amarillo invasor, precioso frente al cielo.

Anónimo dijo...

Ag, el anónimo soy yo, me olvidé de poner la dirección.

Gustavo Aimar dijo...

Qué buen viaje que me hice con las fotos... Bellísimas!

ana dijo...

Siempre que pienso en Castilla, me viene a la cabeza el silencio, el mugir de los ocres diversos untando la tierra árida y solitaria,
durimiéndose con la nana del viento de Castilla,
lejanías y ausencias,
soledades diversas.
El texto de Colinas lo dice muy bien "el todo es nada".
Algo que has sabido captar en tus fotografías tambien.
El cuadro de Carralero aporta a Castilla, de un color que añora, alegre dentro de la soledad de sus campos y pinta un cielo casi utópico.

Bartoli con su Lascia, son el postre perfecto.
Un abrazo,
ana.

nancicomansi dijo...

Que aspereza tan hermosa la de las fotos...
y que abstractas, y casi tridimensionales, que cercanas...

samsa777 dijo...

Qué hermoso idilio con las sombras.

maría nefeli dijo...

Yo suelo ver la música en colores y, desde luego, ese poema es muy cierto: las arias de Händel descansan allí...
un abrazo

Anónimo dijo...

No estoy de acuerdo con Colinas, pero sí me ha conquistado tu fotografía, esencialmente la tercera, y bueno, de esa aria del Rinaldo qué decir. Curiosamente, escribí un poema escuchando esa ópera, en la versión de Daniels y Bartoli, hace un par de años... Se llama Medusas, está en mi Poemática...
Beso agradecido.

leo dijo...

Durante años, Urueña nos tentaba desde la distancia de la carretera. Era como un espejismo que, al fin, un día comprobamos como cierto, tangible. Fue un día feliz el del "descubrimiento".
Ha sido fantástico recordar con esas fotos.
Un beso.

rubén dijo...

Merlos: Aún no tengo texto para mi entrada de Tierra de Campos. Se aceptarían sugerencias.

Claude: Te comprendo, el recurrente golpe de timón que siempre aplazamos.

Leandro: Todo comenzó buscando cuadros de Buzzati, y hace unos días leí Bàrnabo de las montañas.

Amparo: Gracias por el amable anónimo.

Gustavo: Preciosos collages, me gustaría ilustrar alguna entrada con alguno de ellos.

Ana: Últimamente la soledad de Urueña está en buena compañía. Joaquín Díaz bromea con la posibilidad de huir cuando se convierta en ciudad.

Nancicomansi: Alguna vez me gusta jugar a hacer Rothkos y Tàpies con la cámara.

Francisco: Sí, un sombrío idilio. Yo siempre de espaldas a la luz, ya sabes.

María Nefeli: La música en colores, y viceversa.

Ana de la Robla: Precioso poema, Medusas.
¿Ópera en la playa? Cuidado que eres rarita...

Leo: Me gustan esos lugares que siempre ves a lo lejos, desde la carretera, y nunca llegas a conocer.

Eme dijo...

Me han encantado tus fotos.

Saluditos.