miércoles, 30 de noviembre de 2011

TOULOUSE II


"En todas partes, se multiplican las casas y crece el número de monjes. En Tolosa, en 1229, la orden se beneficia de la donación que acaba de hacerle Pons de Capdenier, el «Creso tolosano», de un vasto terreno entre la cité y el burgo de Saint-Sernin. Sobre este terreno, los predicadores construirán su iglesia, puesto que la capilla de Saint-Romain resulta insuficiente. Esta primera capilla de los «jacobinos» de Tolosa ya es muy vasta pero cuando, a finales de siglo, se tomará la decisión de abovedarla, adquirirá dimensiones grandiosas y la famosa «palmera» simbolizará, en cierto modo, el triunfo de los mendicantes."

PAUL LABAL: Los cátaros: herejía y crisis social.

domingo, 27 de noviembre de 2011

TOULOUSE I




“Mi verdadero descubrimiento de la Edad Media se produjo, por lo tanto, más tarde, en 1939: tenía 15 años. En ese momento vi, por fin, vestigios medievales. No se encontraban en Tolón, pues su florecimiento es mucho más reciente. Durante un viaje a los Pirineos, habíamos cambiado de tren en Toulouse. Las varias horas de intervalo las aprovechamos para visitar la ciudad. Así me sobrevino la revelación de la basílica abacial de Saint Sernin, la mayor iglesia románica de Francia. Me conmovió profundamente; pero me pareció evidente que se trataba de otro mundo, alejado de ese principio de siglo XX en el que estaba viviendo. Así pues, ¿quién había construido eso y para quién? ¿Cómo conocer a esos hombres y esas mujeres?”

JACQUES LE GOFF: En busca de la Edad Media.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

MORLAÀS




“Restaurar un edificio no es mantenerlo, repararlo o rehacerlo, es restablecerlo a un estado completo que puede no haber existido nunca en un momento determinado”.

VIOLLET LE DUC: Diccionario razonado de la arquitectura francesa.




"Velad con vigilancia sobre un viejo edificio; guardadle como mejor podáis y por todos los medios de todo motivo de descalabro. No os preocupéis de la fealdad del recurso de que os valgáis; más vale una muleta que la pérdida de un miembro. Y haced todo esto con ternura, con respeto y una vigilancia incesante y todavía más de una generación nacerá y desaparecerá a la sombra de sus muros. Su última hora sonará finalmente; pero que suene abierta y francamente y que ninguna intervención deshonrosa y falsa venga a privarla de los honores fúnebres del recuerdo."

JOHN RUSKIN: Las siete lámparas de la arquitectura.


WIM MERTENS: Prudence.

domingo, 20 de noviembre de 2011

SAN JUAN DE LUZ III





"San Juan de Luz, en vasco Donibane, es una villa que, además de poseer una playa deliciosa, cuenta con recuerdos históricos para brindárselos al turista. Perteneció a Inglaterra en el siglo XII, por el matrimonio de Leonor con Enrique Plantagenet. En el siglo XV sus marinos, que además de ser muy arriesgados como hombres de mar eran también soldados valerosos, asaltaron Irún y tomaron Fuenterrabía; en el siglo XVI los españoles les devolvieron el golpe, ocupando e incendiando San Juan de Luz; en el siglo XVII otra vez los españoles fueron allí los amos durante un año.

Pero la página más ostentosa de su historia, que tuvo por escenario la nave única de su iglesia del siglo XIII que se caracteriza por las tres galerías superpuestas de madera que la dan aspecto de teatro, fue la celebración del matrimonio de Luis XIV con la infanta española María Teresa, celebrado el 9 de junio de 1660."


PÍO BAROJA: El País Vasco.


YANN TIERSEN: Le Matin.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

SAN JUAN DE LUZ II


"San Juan de Luz es una ciudad pequeña, vetusta, de angostas calles; hoy está silenciosa y decaída; antaño, sus marinos combatieron al dado del rey de Inglaterra, contra los normandos; treinta o cuarenta naves zarpaban todos los años para dedicarse a la pesca de la ballena. Ahora el puerto está vacío; este terrible mar de Vizcaya ha roto tres veces el dique. Contra la gimiente marejada que se acumula desde las costas de América no hay obra humana que resista. El agua, como un caballo de carreras, se pricipitaba en el canal, a la altura de los muelles, azotaba los puentes, sacudía sus crestas y rompía sus olas; luego chapoteaba pesadamente en las dársenas, a veces con saltos tan bruscos que retumbaba por encima de los parapetos y anegaba los bajos de los edificios. Una pobre barca danzaba en un rincón, atada a un cordel; ningún marino, ningún aparejo, ninguna red: he aquí lo que queda de este puerto famoso."

HIPPOLYTE TAINE: Viaje a los Pirineos.

domingo, 13 de noviembre de 2011

SAN JUAN DE LUZ I


"Las casas de Urruña y de San Juan de Luz tienen un aspecto extraño y sangriento, producido por la costumbre de pintar de rojo o de color sangre de toro las ventanas y las puertas de los edificios."

THÉOPHILE GAUTIER: Viaje por España.


"San Juan de Luz conserva aún algunos rincones encantadores, algunas tranquilas y bonachonas calles, impregnadas de carácter local: tejaroces desbordantes; fachadas blanqueadas por las que se entrecruzan traviesas verdes y rojas; grandes árboles que rebasan las tapias del jardín; rompientes que dan al mar azul o a los pardos Pirineos; paz y silencio entre los muros blancos, sobre una pavimentación de cantos rodados marinos... Pero el horror de las construcciones modernas se va multiplicando de día en día. No hay un pedazo de playa, no hay una linda colina que no esté deshonrada ahora por alguna edificación costosa, concebida por los advenedizos extravagantes, por los cursis en pleno delirio... ¡Cuando sería tan sencillo ¡Señor! para no desfigurar este país, edificar casas vascas, como ciertos refinados artistas han tenido el buen gusto de hacer!... ¡Ay! ¿Quién nos salvará de la pacotilla moderna, del falso lujo, de la uniformidad y de los imbéciles!..."

PIERRE LOTI: Figuras y cosas que pasaron.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

HENDAYA


“Pequeña ciudad fronteriza del país vasco, Hendaya agrupa sus casitas al pie de los primeros contrafuertes pirenaicos. Hállase encuadrada por el verde océano, el ancho Bidasoa, brillante y rápido, y los herbosos montes. La primera impresión que produce el contacto con aquel suelo áspero y rudo es más bien penosa, casi hostil. En el horizonte marino, la punta que Fuenterrabía, ocre bajo la cruda luz, hunde en las aguas glaucas y reverberantes del golfo, rompe apenas la austeridad natural del bravío paisaje. Salvo el estilo español de sus casas, el tipo y el idioma de sus habitantes, y el atractivo particularísimo de una playa reciente, erizada de orgullosos palacios, Hendaya no tieno nada capaz de retener la atención del turista, del arqueólogo o del artista.”


“Al salir de la estación, un camino agreste flanquea la vía del ferrocarril y conduce a la iglesia parroquial, situada en el centro de la población. Sus muros desnudos, flanqueados por una torre maciza, cuadrangular y truncada, se yerguen sobre un atrio levantado a la altura de unos pocos escalones y circundado de árboles de tupida fronda. Es un edificio vulgar, pesado, reformado, carente de interés. Sin embargo, cerca del lado sur del crucero y disimulada bajo las masas verdes de la plaza, se levanta una modesta cruz de piedra, tan sencilla como curiosa. Hallábase antiguamente en el cementerio comunal, y hasta 1842 no fue trasladada al lugar que ocupa actualmente junto a la iglesia. Así, al menos, nos lo afirmó un anciano vasco que había desempeñado, durante largos años, las funciones de sacristán. En cuanto al origen de esta cruz, es totalmente desconocido, y nos fue imposible obtener el menor dato sobre la fecha de su erección. Sin embargo, fundándonos en la forma de la base y de la columna, no creemos que pueda ser anterior a las postrimerías del siglo XVII o a principios del XVIII. Sea cual fuere su antigüedad, la cruz de Hendaya constituye, por la decoración de su pedestal, el monumento más singular del milenarismo primitivo y la más rara expresión simbólica del quiliasmo que jamás hayamos visto. Sabido es que esta doctrina, aceptada primero y combatida después por Orígenes, san Dionisio de Alejandría y San Jerónimo, aunque la Iglesia no la hubiese condenado, formaba parte de las tradiciones esotéricas de la antigua filosofía de Hermes.”

FULCANELLI: El misterio de las catedrales.

sábado, 5 de noviembre de 2011

HONDARRIBIA


“Las casas de Fuenterrabía se alzan en una suerte de península que orlan las aguas lentas del Bidasoa y las olas del Atlántico. Colina con calles ascendentes, malecones y aceras empinadas, que recuerda, por su topografía el célebre Mont Saint-Michel de Francia, y que, como este último, está coronada por una iglesia cuyo campanario señala el punto más alto de la aglomeración de viviendas. Iglesia visible desde Hendaya, pero que determina, en cierto modo, los inicios de una nueva temperatura espiritual.”

ALEJO CARPENTIER: Crónicas 1: arte, literatura, política.



“Fuenterrabía me había dejado una impresión luminosa. Había quedado en mi mente como la silueta de un pueblo de oro, con campanario agudo, al fondo de un golfo azul, en una extensión inmensa. No lo he vuelto a ver como lo vi. Fuenterrabía es un pueblo bastante bonito situado en una planicie con un paseo de árboles abajo y, al lado, el mar y bastante cerca de Irún. Una media legua.”

VÍCTOR HUGO: Los Pirineos.



“Al pie del Jaizquibel me tienta a diario la ciudad de Fuenterrabía –oleografía de la tapa de España– con las ruinas, cubiertas de yedra, del castillo del emperador Carlos I, el hijo de la loca de Castilla y del Hermoso de Borgoña, el primer Habsburgo de España, con quien nos entró –fue la Contrarreforma– la tragedia en que aún vivimos.”

MIGUEL DE UNAMUNO: Manual de quijotismo. Cómo se hace una novela.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

PASAJES DE SAN JUAN


"Una cortina de altas montañas verdes recortando sus cimas sobre un cielo resplandeciente; al pie de esas montañas, una fila de casas estrechamente yuxtapuestas; todas estas casas pintadas de blanco, azafrán, verde, con dos o tres pisos de grandes balcones resguardados por la prolongación de sus anchos tejados rojizos de tejas huecas; en todos esos balcones, mil cosas flotando, ropa secándose, redes, harapos rojos, amarillos, azules; al pie de esas casas, el mar; a mi derecha, a mitad de la cuesta, una iglesia blanca; a mi izquierda, en primer plano, al pie de otra montaña, otro grupo de casas con balcones que daban a una vieja torre desmantelada; navíos de todas las formas y embarcaciones de todas las medidas colocadas delante de las casas, amarradas bajo la torre, yendo por la bahía; en esos navíos, en esa torre, en esas casas, en esa iglesia, en esos harapos, en esas montañas y en ese cielo, una vida, un movimiento, un sol, un azul, un aire, y una alegría inexpresables: he aquí lo que tenía delante."

VICTOR HUGO: Los Pirineos