viernes, 28 de diciembre de 2012

VALENCIA XIII: LA ALBUFERA

“Habían entrado en el lago, en la parte de la Albufera obstruida de carrizales e islas, donde había que navegar con cierto cuidado. El horizonte se ensanchaba. A un lado, la línea oscura y ondulada de los pinos de la Dehesa, que separa la Albufera del mar; la selva casi virgen, que se extiende leguas y leguas, donde pastan los toros feroces y viven en la sombra los grandes reptiles, que muy pocos ven, pero de los que se habla con terror durante las veladas. Al lado opuesto, la inmensa llanura de los arrozales perdiéndose en el horizonte por la parte de Sollana y Sueca, confundiéndose con las lejanas montañas. Al frente, los carrizales e isletas que ocultaban el lago libre, y por entre las cuales deslizábase la barca, hundiendo con la proa las plantas acuáticas, rozando su vela con las cañas que avanzaban de las orillas. Marañas de hierbas oscuras y gelatinosas como viscosos tentáculos subían hasta la superficie, enredándose en la percha del barquero, y la vista sondeaba inútilmente la vegetación sombría e infecta, en cuyo seno pululaban las bestias del barro. Todos los ojos expresaban el mismo pensamiento: el que cayera allí, difícilmente saldría.”

VICENTE BLASCO IBÁÑEZ: Cañas y barro.










lunes, 24 de diciembre de 2012

VALENCIA XII: EL CABAÑAL

“Pasamos el cabañal, blanco, con sus casitas de obreros y pescadores, y donde la playa se curva, lejos de hombres y casas, nos sentamos en la arena. Era amarilla y fina, caliente como una piel humana. El mar y el cielo eran dos tonos distintos de un mismo azul suave que se fundían en un resplandor lejano, sin líneas que los dividiera. El mar quieto lanzaba a la playa ondas dormidas que llevaban granos de arena en sus crestas de cristal. La arena cabalgaba sobre las crestas alegremente, como legión de enanitos traviesos, hasta que la onda se rompía sobre ellos con un chasquido leve y los dejaba alineados en hileras inmóviles, en rizos que eran la huella de los labios del mar.”

ARTURO BAREA: La forja de un rebelde 3. La llama.




“Nada de su antiguo esplendor echaba de menos Cristina, como pude cerciorarme: ni las suntuosas habitaciones, ni los ricos trajes, ni el coche, ni los criados. Solo la alquería del Cabañal excitaba en ella un recuerdo melancólico. Cuando la mentábamos, solía quedarse triste y pensativa. Era bien natural. Su pasión por el campo, por la vida libre y tranquila, estaba reforzada en este caso por las dulces minorías que aquella finca guardaba en su seno. Allí se habían deslizado las horas más felices de su existencia.”

ARMANDO PALACIO VALDÉS: La alegría del capitán Ribot.

jueves, 20 de diciembre de 2012

VALENCIA XI


“Nos entregamos a la maraña de las callejas, en la ciudad milenaria, como nos entregamos al hipnótico vencedor del insomnio penoso. Ansiamos dormir dulcemente ahora en lo pretérito. Y estas callejitas de Valencia –la ciudad goda, la ciudad romana, la ciudad árabe, la ciudad cristiana– nos van enlazando con sus tentáculos, como lo haría un inmenso pulpo benéfico.”

AZORÍN: Valencia.

domingo, 16 de diciembre de 2012

VALENCIA X


“Valencia es una ciudad harto desagradable para un extranjero, porque no puede gozar de ninguna de las comodidades que en cualquier otra parte ha de obtener con dinero. El alojamiento es malo y la comida también; no se puede ni beber, por falta de buen vino, ni conversar, a falta de sociedad; ni siquiera se puede razonar; porque, a pesar de la Universidad, no se encuentra ni un solo individuo al que se le pueda llamar con razón hombre de letras.”

GIACOMO CASANOVA: Memorias.

jueves, 13 de diciembre de 2012

VALENCIA IX


“He dormido como un mineral. ¡Encantadora mañana! Una alegría inaudita tintinea por toda la ciudad; es la hora en que los rebaños la atraviesan; cada cabra que pasa desgrana, correteando, la única nota de su esquila. El aire está todo perfumado de azul; los tejados brillan. Huir, ¡ah!, huir más al sur, hacia un exotismo más total. Es en mañanas como ésta cuando la esperanza más confiada y más audaz de nuestra alma leva anclas, y cuando el vellocino de oro tiembla ante Jasón.”

ANDRÉ GIDE: Diario.

lunes, 10 de diciembre de 2012

VALENCIA VIII: CRIPTA DE SAN VICENTE


“A ratos huele Valencia a albañal, pero también a salitre, a galán de noche y a azahar. Para los aficionados a la arquitectura, reúne Valencia todos los estilos en un estupendo catálogo, quizá no demasiado jalonado por obras maestras, pero repleto de edificios notables: hay piedras romanas, un pedazo de basílica visigótica, pedazos de muralla árabe y unos baños arabizantes. Una vez más, ciudad poco querida. Valencia, la malquerida, pagando cama y ajuar.”

RAFAEL CHIRBES: Ciudades.

sábado, 8 de diciembre de 2012

VALENCIA VII


“Una de las industrias principales de Valencia es la fabricación de cerámica. En la Edad Media, la loza valenciana tenía gran fama y se exportaba a Italia y a Oriente. Sus platos y sus jarrones, con brillantes reflejos dorados o cobrizos, son hoy muy buscados por los aficionados. En Manises y en las ciudades vecinas se hacen hoy cerámicas de todas clases: especialmente azulejos, pequeñas losetas barnizadas con colores brillantes que se emplean para enlosar y revestir las paredes.”

BARÓN DE DAVILLIER: Viaje por España.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

VALENCIA VI


“Tengo, y he tenido, amigos libreros con quienes he pasado excelentes momentos de conversación. Son los queridos Sendra, Ortega, Martí Albelda –jubilado, ahora–, todos ellos en torno a la calle de la Nave, tocando a la Universidad y al edificio vetusto del Patriarca, a dos pasos del palacio del Marqués de Dos Aigües, seo de uno de los museos más interesantes del mundo: el museo de cerámica. Este es el núcleo de mis actividades.”

JOAN PERUCHO: El césped contra el cielo.

domingo, 2 de diciembre de 2012

VALENCIA V


“Hay en los alrededores una curiosa plaza redonda que lleva ese nombre sencillo: plaza Redonda. En su interior, algo mayor que un patio de vecindad, una fuente arroja chorros de agua por sus cuatro caños, algo que parecía una provocación en aquellos días. Toda la circunferencia de la plaza está cubierta como un mercado. Los puestos están casi enteramente dedicados al comercio de encaje, hiladuras y bordados. La mayoría de las tiendas llevan dos nombres de mujer: Isabel y Maruja, Pili y Amparo, Amparín y Concheta. Parece que los trabajos de bordado fueran siempre obra de dos buenas amigas.”

MANUEL DE LOPE: Iberia.