miércoles, 31 de octubre de 2007

VENECIA VI



"Apenas la entreví la mañana de nuestro arribo. Iba muy enfermo, en una embarcación que alquilamos cuando nos rendimos ante la evidencia de que no sería capaz de seguir a caballo, pero el primer contacto fue deslumbrador. Después de Bomarzo, hecho de piedras ásperas, de ceniza y de herrumbre, apretado, hosco, Venecia se delineó frente a mí, líquida, aérea, transparente, como si no fuera una realidad sino un pensamiento extraño y bello; como si la realidad fuera Bomarzo, aferrado a la tierra y a sus secretas entrañas, mientras que aquel increíble paisaje era una proyección cristalizada sobre las lagunas, algo así como una ilusión suspendida y trémula que en seguida, como el espejismo de los sueños, podía derrumbarse silenciosamente y desaparecer."


MANUEL MUJICA LAINEZ: "Bomarzo"


martes, 30 de octubre de 2007

VENECIA V



"En sus memorias, Goethe nos cuenta, deslumbrado, sus impresiones de Venecia, ciudad donde permaneció desde el 28 de septiembre al 16 de octubre de 1786, paseando por las calles y plazas, navegando en góndola por los canales, contemplando el cielo y los monumentos, yendo al teatro y viendo y admirando en los palcos a las damas venecianas. Las góndolas le recordaban su infancia, ya que, según cuenta, su padre le trajo, de un viaje que acababa de efectuar por Italia, la diminuta y fiel copia de una de estas típicas embarcaciones. El pequeño Goethe quedó muy contento con el juguete y lo hacía deslizar por las bruñidas superficies de los muebles familiares.


Kosmas, como Goethe, quedó deslumbrado en Venecia mientras descubría, emocionado, la maravillosa ciudad insular, la soberbia república de los castores, y se decía que aquella ciudad no se parecía a ninguna otra, y que cuando los pueblos del norte, los bárbaros, estaban sumergidos en la ignorancia, Venecia era ya una ciudad civilizada, éclairée, habiendo sido siempre mimada por Rávena, y en todas las épocas."


JOAN PERUCHO: "Las aventuras del caballero Kosmas"

lunes, 29 de octubre de 2007

VENECIA IV



"En las noches de luna, Venecia se nos fue apareciendo como una maravillosa ciudad malsana. Y fuimos dejando en ella buena parte de nuestra juventud, gastando el corazón en los posos amargos del café, perdiendo a veces la cabeza en los tapetes del casino, y abandonándonos luego al placer morboso de recorrer la laguna en nuestra góndola, contemplando los espectrales palacios y las torres dormidas que cabeceaban en el reflejo de las aguas como bellos cuerpos ahogados (...)

Hay palacios de una belleza melancólica y arruinada, vestidos ya de un marrón franciscano. Hay fachadas llenas de figuras de estuco, como una pesadilla. Hay balcones de mármol blanco con una simetría monótona, hay grietas amenazantes de arriba abajo, chimeneas que parecen recoger la lluvia en su embudo, hay paredes húmedas con frescos de Tiziano, hay casas tan hundidas que sus escaleras ya no sirven para subir sino para bajar al fondo de los canales. Y hay ventanas en ángulo que son como las esquinas de un biombo al doblarse."




MAURICIO WIESENTHAL: "El esnobismo de las golondrinas."

http://www.avuelapluma.com/?p=223

domingo, 28 de octubre de 2007

VENECIA III


"En los muros altos de los pequeños jardines colgaban masas de flores blancas y purpúreas. Olía a almendras. Las escaleras de mármol de una iglesia descendían hasta mojarse en el agua; un mendigo, de pie en uno de los peldaños, presentaba su sombrero exponiendo su miseria, y mostraba el blanco de los ojos como si estuviera ciego; un vendedor de antigüedades, ante su tenducho, invitaba a los que pasaban, con gestos humildes, a entrar, con la esperanza de poder engañarlos. Así era Venecia, la bella insinuante y sospechosa; ciudad encantada de un lado, y trampa para los extranjeros de otro, en cuyo aire pestilente brilló un día, como pompa y molicie, el arte, y que a los músicos prestaba sones que adormecían y enervaban. El aventurero creía que sus ojos recogían todo aquel esplendor, que sus oídos estaban envueltos en aquellas melodías; recordaba también que la ciudad estaba enferma y que se trataba de ocultar tal circunstancia por codicia. Así avanzaba con ansia desenfrenada hacia la góndola que marchaba ante él."



THOMAS MANN: "La muerte en Venecia"

sábado, 27 de octubre de 2007

VENECIA II


"Hay mujeres a cuya belleza en peligro les sienta maravillosamente estar enfermas. No sabemos si su palidez proviene de la anemia o de la melancolía; si su rubor es producido por la fiebre o por el placer; si sus faltas son motivadas por crisis voluptuosas o son prueba palpable de una muerte cercana y presentida. Todo su encanto radica en su propia fragilidad, en su caducidad, en su ambigüedad. Vivirán quizá más que las mujeres sanas, pero nuestro cariño por ellas es mayor ante el temor siempre renovado de perderlas. La inquietud da a nuestras caricias un significado más profundo, y nos sentimos llenos de impaciencia cuando contemplamos aquellos ojos que tememos besar por última vez en el falso resplandor de la cámara funeraria.

Venecia me recuerda una de estas mujeres. No sólo es una ciudad hembra, mientras Roma y Florencia son ciudades machos, sino que es mujer de salud delicada: una dama noble enferma. A cada momento tememos por su vida y por su belleza. Cada día esperamos el anuncio de que su maravilloso cuerpo marmóreo ha descendido a las profundidades del mar tan milagrosamente como de él ha salido. Los vientos marinos ennegrecen y corroen los mármoles de sus palacios; las aguas pútridas de sus canales corrompen lentamente la honrada solidez de sus palafitos; los cimientos de sus torres ceden poco a poco o de improviso; el pavimento de sus iglesias desciende o se hunde."




GIOVANNI PAPINI: Masculinidad.

viernes, 26 de octubre de 2007

VENECIA I



"En el tren las cosas iban todavía bien. Todo empezó en Venecia, con los callejones.

Cuando navegaban desde la estación hacia el centro de la ciudad, y se salieron del Gran Canal para acortar el camino, Mihály reparó en los callejones del lado derecho e izquierdo. Sin embargo, en aquel momento todavía no les prestó demasiada atención, puesto que al principio se embelesó totalmente con la belleza tan veneciana de Venecia: el agua entre los edificios, las góndolas, los canales, la claridad entre rojiza y rosada de la ciudad. Porque era la primera vez que Mihály estaba en Italia, a sus treinta y seis años, en su luna de miel."




ANTAL SZERB: El viajero bajo el resplandor de la luna.