
"La primera vez que llegué a Tózer y me detuve en la plaza mayor del pueblo -la plaza Ech Chabbat- tuve la impresión de que me rodeaba -en aquella lejanía sahariana, tan diferente de mi propio país- algo familiar. Cuando volví a visitar el lugar mi impresión se reforzó. Era, aunque parezca difícil de creer, la arquitectura la que me llamaba. No pretendo aquí establecer ninguna teoría; dejo ese menester a los sabios. Digo solo mi impresión. Bajo el arco azul del cielo, el aire seco, la luz transparente; sobre el suelo arenoso, aquellas torres octógonas, aquellas casas, todo en ladrillo cocido al sol, ladrillo rosado, en dibujos geométricos de rombos, de ángulos, de cruces, de paralelas, de perpendiculares; hiladas de ladrillo humilde y artesanal interrumpido a veces por blancos planos de pared encalada; o de mampostería; todo aquello, repito, me recordaba las torres mudéjares de Aragón, las casas e iglesias de Toledo. Y el ladrillo de Coca y de Talavera, de Cuéllar y de Sahagún, de Toro y de Arévalo. Ladrillo "moro" de Castilla... ¿O ladrillo "español" de Qastilya"? ¡Quién sabe!"
ALFONSO DE LA SERNA: "Imágenes de Túnez"


