“Cada una de las treinta estatuas que se levantan en el
curso de 516 metros tiene su historia. Cada una de estas historias requeriría
varias páginas y un exceso de información podría malograr la visita. Hay que
ir, sencillamente, pasear entre los mármoles y piedras centenarias, asomarse al
Vltava y escuchar el rumor del agua que Smetana convirtió en poema sinfónico.”
TERESA PÀMIES: Praga.
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