“Los fotógrafos y los
cámaras checos se dieron cuenta de que sólo ellos podían hacer lo único que
todavía podía hacerse: conservar para un futuro lejano la imagen de la
violencia. Teresa se pasó siete días enteros en la calle fotografiando a los
soldados y oficiales rusos en todas las situaciones que resultaban
comprometedoras para ellos. Los rusos no sabían qué hacer. Habían recibido
instrucciones precisas acerca de cómo debían comportarse cuando alguien les
disparase o les tirase piedras, pero nadie les había dicho qué tenían que hacer
cuando alguien les apuntase con el objetivo de una cámara.”
MILAN KUNDERA: La
insoportable levedad del ser
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