sábado, 27 de octubre de 2012

SAN JUAN DE DUERO

“Sobre el Duero, que pasaba lamiendo las carcomidas y oscuras piedras de las murallas de Soria, hay un puente que conduce de la ciudad al antiguo convento de los Templarios, cuyas posesiones se extendían al lo largo de la opuesta margen del río.”

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER: Leyendas.

“El primer impacto fuerte fue el de las columnas entrelazadas del patio de San Juan del Duero. Del convento de los Templarios no ha quedado casi nada y del mismo claustro sólo estas columnas, mitad occidentales –quiero decir románicas–, mitad orientales, esculpidas y entrelazadas según el estilo sículo árabe o amalfitano. Dentro de la iglesia derruida hay una tumba de caballero templario bien conservada, único testimonio del drama.”

VINTILA HORIA: España y otros mundos.

“Pues hay un corto trecho del gran río que casi emociona por su majestad y belleza; desde el Perejinal, el Duero tuerce hacia Soria, sin dejar de verse el cerro del Mirón; éntrase, luego, hasta el puente, y, antes de él, ancla en San Juan de Duero, con sus tapias húmedas de río, frente a la ermita de la Virgen y a vista de la ciudad. ¡Ah, ya sabían los sanjuanistas del siglo XII lo que se hacían! Como caballeros auténticos, eligieron lo mejor de la ribera y alzaron un monasterio donde comienzan las huertas, muy cerca del puente, y tan deliciosa paraje que, si hubiera en el mundo algo mejor que la santería de San Saturio, no sería sino el abaciazgo románico de San Juan de Duero, merendando, como harían los sanjuanistas, un cordero asado en el claustro, a cinco metros del agua y de sus hierbas.”

JUAN ANTONIO GAYA NUÑO: El santero de San Saturio.


“Los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén ya no existen, pero todavía queda algo del monasterio que construyeron en Soria en 1100; el croquis, la idea de lo que una vez fue la columnata que rodeaba el patio conventual. Es por la mañana temprano, algo de escarcha pende sobre el río, que aquí todavía es estrecho y corre rápido y oscuro a lo largo de las orillas recubiertas de caña y elevado verdor. Los arcos que forman la columna están trenzados entre sí y parece como si una serie de arabescos colgara en el aire. Es realmente un jardín; las rosas pululan por los muros de la pequeña iglesia, gladiolos y margaritas de la altura de un hombre se agitan bajo los chopos, pero el cuadrado entre las cuatro filas de arcos permanece vacío. Esto lo hace enigmático, está abierto por todos los lados, el viento, el aire y las voces flotan a través de sus aberturas, está al descubierto, se halla fuera y, sin embargo, estoy dentro, en un jardín musulmán.”

CEES NOOTEBOOM: El desvío a Santiago.

1 comentario:

Amparo dijo...

Qué bonito es el sol en la tercera foto.
Ah.