sábado, 23 de julio de 2011

SEGOVIA XV


“Segovia para mí será siempre, primero, en la visión de mi recuerdo más distante, ese gran diplodocus de piedra que es el acueducto romano, cuyo espinazo pasa sobre la ciudad, descendiendo su poderosa cola hasta posarse sobre el campo. Hacia los años 30 o 31 se permitía subir y andar por su alto cauce, sintiéndose allí la vibración de todo aquel esqueleto de piedras superpuestas, una de las maravillas –aún intactas- en medio de nuestro desalmado iberismo. Sonaba en aquella rectilínea cumbre el viento, y nuestros ojos –los de María Teresa y los míos- bajaban vertiginosos hacia las casas de la ciudad, subiéndose al instante hacia los montes de la sierra, aferrándose a ellos para no precipitarse en el vacío.”

RAFAEL ALBERTI: La arboleda perdida.


“Arpa de piedra le llamó Zahonero al colosal aguaducho de Segovia, aunque de seguro no canta el viento, por fuerte que sople, entre sus arcadas. En torno de ellas chirlean los vencejos, que ponen entre sus piedras sus nidos. Porque esas piedras, amontonadas tácticamente sin argamasa alguna, achaflanadas por aguas y soles y vientos de siglos, conservan su individualidad cada una de ellas y son como otros tantos soldados de una legión en orden de batalla quieta.”

MIGUEL DE UNAMUNO: Andanzas y visiones españolas.


“Por encima de los aleros de algunas casas que hay junto a la catedral se ven a lo lejos los arcos del Acueducto, cuyas piedras están sueltas, sin argamasa, y llevan ya muchos siglos sin caerse. Entre la gente del pueblo hay la creencia que fue hecho por el demonio; algo de razón tienen en esto, pues no se puede dar una construcción más descabellada y de más belleza y grandeza.”

JOSÉ GUTIÉRREZ SOLANA: La España negra.


“E iban avanzando despacio, que desde que se vio la catedral o el Alcázar antes de caer la niebla parecía que no iban a llegar nunca, o que se habían perdido; pero poco a poco entró ya de lleno la mañana, y relumbró el sol, y allí estaba el puente del Acueducto, como maravillosas ventanas sin cristales, y ojos para cien ríos.”

JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO: El mudejarillo.

1 comentario:

Teresa Giménez Pous dijo...

Preciosa armonía de piedras y textos.