sábado, 12 de diciembre de 2009

BRUSELAS II



Musée des Beaux Arts

En lo tocante al sufrimiento jamás se equivocaban,
Los Grandes Maestros: hasta qué punto comprendían
Su lugar en el mundo de los hombres; cómo hace acto de presencia
Mientras alguno come o abre una ventana o cruza por su lado sin prestar atención;
Cómo, mientras los viejos esperan con pasión reverente
El nacimiento milagroso, hay siempre
Niños que no tenían ganas de que ocurriera, pues preferían patinar
En un estanque junto al bosque:
No, jamás olvidaban
Que hasta el martirio más terrible ha de seguir su curso
No importa en qué rincón, qué paraje mugriento
Donde los perros viven como perros y la montura del torturador
Se rasca el inocente trasero contra un árbol.

En el Ícaro de Brueghel, por ejemplo: cómo todo le vuelve
La espalda a la tragedia sin inmutarse; es probable
Que el labrador oyera el chapoteo, el grito resignado,
Pero a sus ojos no era un fracaso importante; el sol brillaba
Como debía sobre las blancas piernas envueltas por el agua
Verde; y la nave costosa y delicada que vio sin duda
Algo asombroso, un niño que caía de los cielos,
Tenía adónde ir y prosiguió su viaje imperturbable.

W. H. AUDEN



Pieter Brueghel el Viejo: La caída de Ícaro

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Simplemente... vaya foto!

Y qué niña más linda.

Saludos.

Amparo dijo...

Qué casualidad, éste fue el último poema que leímos en el Taller con J. Doce, éste y otra versión recreada en el mismo cuadro, de W. Carlos Williams, "Paisaje con la caída de Ícaro".
Me gusta más el de Auden. Qué sensación de que la vida sigue, sin tragedias que la frenen.
No somos nada, eh.

Saludos

Cristian M. Piazza dijo...

Hola Rubén,

Gracias por el texto de Auden. Tu hija está grande. La mía ya grita GOL ;)

Abrazo

paisajescritos dijo...

Me encanta cómo has jugado con la tensión barroca (sentido amplio del término) de la escultura con el equilibrio clásico que da el blanco y negro: la propia simetría de la imagen contribuye a ésto último. Preciosa.