martes, 26 de abril de 2011

MONASTERIO DE LA HOZ


“–Hace poco, antes de volver a Sevilla, estuve en la provincia de Segovia, por tierras de Sepúlveda, visitando lo que llaman hoces del Duratón. Si algún día andáis cerca no dejéis de ir allí, internaros en las hoces, ved cómo se muere el sol entre ellas, sobre todo contemplando las ruinas del viejo monasterio que en lo hondo de la garganta aún levanta el esqueleto de sus muros.
–Eres un místico.
–Calla May, déjale.




–¿Cómo medían el tiempo los monjes que en él habitaban, y sobre todo qué era el amor para ellos cuando cantaban en aquella inmensa soledad? Soledad de mundos, soledad de espacios. La música callada del toreo de que habla Bergamín, que es la única música conocida entre las estrellas. Soledad de voces coreadas por el eco de los grajos. Desde el abismo sólo contemplaban la cárcel de las piedras, al sol clavado en la vertical de sus miradas, la sabiduría proporcionada por el hecho de que nadie turbaba su tiempo, y éste podían llenarle de pensamientos y reflexiones. Lejos quedaban las guerras, la pasión, el dolor y la muerte. Ellos, solos, también eran como un barco naufragado en el océano, sin puerto de salida ni puerto de arribada. El monasterio era su barco y allí consumían sus años, ellos solos ante ellos solos.



–¿Acaso en nuestro tiempo no hay hombres que hacen lo mismo? ¿Qué es si no Juan Ramón? Fíjate las circunstancias que vive: en España una dictadura, la República, una guerra civil, otra dictadura: En el mundo dos guerras mundiales. Y él, ¿de qué habla? Sólo existe según sus textos una revolución posible, un viaje: hacia sí mismo, hacia su propio conocimiento.



–Tal vez debiéramos todos ir al convento, igual que vamos a la poesía de Juan Ramón. Trepar entre las rocas que cortan el Duratón buscando los viejos nichos, y allí encerrarnos, aprender a cantar, olvidarnos de que existe el sexo diferenciador –era Loba hablando– de que existe la política cuya única y última razón moral parece ser siempre la conquista del Estado.”

ANDRÉS SOREL: Concierto en Sevilla.


ARVO PART. De Profundis

2 comentarios:

Amparo dijo...

Es un viaje muchas veces planeado el de estas fotografías. El color del río las hace densas; la primera me encanta.
Arvo Part, también.

rubén dijo...

No te queda muy lejos. Ánimo, merece la pena