jueves, 29 de enero de 2009

EL GRAN ATLAS (II)


"En los días que siguieron avanzamos muy lentamente de aldea en aldea, disfrutando de la hospitalidad local y manteniendo interesantes conversaciones con los maestros de las escuelas. Yo iba comprendiendo cada vez mejor el francés y Juan se desenvolvía con toda soltura. Incluso habíamos aprendido algunas palabras árabes, pues, exceptuando a los profesores, la población local apenas hablaba la lengua gala. El paisaje cambiaba de modo sorprendente a cada recodo del camino. Los frondosos bosques de cedros dejaban paso a mesetas pedregosas de tonalidades grises, a colinas completamente rojas o a laderas con cultivos escalonados, entre los que se levantaban los maravillosos pueblecitos de tierra. La vida era sencilla. Se respiraba un aire de paz y cada noche, sentados junto al fuego, contemplábamos la bóveda celeste de África. ¿No era esto lo que yo había soñado tantas veces? Recuerdo que hablaba poco y a menudo permanecía como hipnotizado, dejándome cautivar por aquel entorno de fábula."

ROGER MIMÓ: El largo camino africano.

4 comentarios:

Amparo dijo...

No conozco al escritor.
La foto muy viva, con los montes al fondo. Debe de ser espectacular.

Elvira dijo...

Me gusta mucho la composición de la foto, los niños a la derecha "compensando" las casas a la izquierda, más arriba. Y el sol... me parece estar sintiéndolo sobre mi cabeza.

Otra vez se ha hecho el enlace solo... insisto, encantada de estar en tu casa, pero sorprendida. Debe haber duendes informáticos por la red. :)

Sra de Zafón dijo...

Hola Rubén, asomo a saludarte, ya te lo conté en mi blog pero te lo vuelvo a decir aquí.
Me gusta mucho la selección de textos, música e imágenes que nos regalas.

Me alegra mucho que hayas abierto un camino entre mi prado y tu sabio espejo, vendré a menudo por aquí a mirar y mirarme en él.

Un abrazo.

Chusa.

simalme dijo...

Es verdad, de fábula. Me recuerda a "el cielo protector"