“Los nuevos que bajaban aquí recibían un trozo de pan y un
cántaro de agua. Sí, y con el pan y el agua tenían que sustentarse y tenían que
estar sentados allí, junto al agujero y mirar cómo el que estaba sentado abajo
desde hacía una semana o dos, depende del caso (algunas personas tienen una
resistencia tenaz), iba muriéndose de hambre poco a poco. Bueno, y entonces,
cuando, en el nombre de Dios, todo había terminado, los descendían…”
RAINER MARIA RILKE: Relatos de Praga.