"Un hermoso bosque de pinos, chispeante de luces, se extiende ante mí hasta el pie del repecho. En el horizonte destácanse las agudas cresterías de los Alpilles. No se percibe el ruido más insignificante. A lo sumo, de tarde en tarde, el sonido de un pífano entre los espliegos, un collarón de mulas en el camino... Todo ese magnífico paisaje provenzal sólo vive por la luz."
"Día y noche la cruzaban los ciudadanos de esta Roma menor, como los recuerdos, los interrogantes o las sensaciones podrían pasar por el cerebro de un papa durmiente. Los badajos de los grandes campanarios desafiaban al demonio abominable con su estruendoso repicar. Las estremecedoras vibraciones se desplegaban por debajo de ellos, ensordeciendo a los transeúntes. Cuando sonaba la campana de alarma, cuyo estrépito aumentaba gradualmente, como el de un incendio forestal, o bien sonaba como el arisco zumbido de abejas belicosas en una bolsa de agua caliente, era muy distinto."
LAWRENCE DURRELL: Constance o las prácticas solitarias.
"Perderse, desaparecer, cambiar de identidad, renacer con otro nombre. He tenido esa tentación muchas veces, con frecuencia al viajar por países lejanos pero también deambulando por las calles de mi ciudad e incluso sentado en un sillón de mi casa. En todos los casos he experimentado el goce de tomar otro rumbo radicalmente distinto, aunque sólo fuera con la imaginación: matar al que eres es, entonces, una forma posible de inmortalidad, la única resurrección que está al alcance de nuestra mano."