viernes, 30 de diciembre de 2011

CARCASSONNE VIII


“Los franceses casi siempre han elegido bien el sitio para sus urinarios. De repente recuerdo uno en Carcasona, donde, si elijo bien la hora, tendré una incomparable vista de la ciudadela; está tan bien situado que, a menos que uno esté agobiado y perturbado, debe hacer surgir otra vez el mismo orgullo ascendente, la misma curiosidad y temor reverente, la misma feroz felicidad ante esta escena, que sintieron el agotado caballero o el monje cuando, parándose al pie de la colina donde corre ahora el arroyo que arrastró la epidemia, levantó sus ojos para fijarlos en los siniestros torreones manchados por las batallas y erguidos contra un cielo arrastrado por el viento.”

HENRY MILLER: Primavera negra.

martes, 27 de diciembre de 2011

CARCASSONNE VII


“La noble ciudad de Carcasona, la de los albigenses, la que conquistó el furor y el hierro de Simón de Montfort, aparecía intacta y cerrada sobre sí misma, en muda interrogación sobre el pasado. Jamás el arte militar dará otra muestra de tan singular belleza, y ni siquiera la Aviñón de los Papas podrá competir en la perfección de su total unidad.”

JOAN PERUCHO: Galería de espejos sin fondo.

jueves, 22 de diciembre de 2011

CARCASSONNE VI


“En una de mis últimas visitas a Álvaro Cunqueiro en su piso de Vigo, observé que tenía entre sus objetos más preciados una pequeña bola de cristal. Era uno de esos artefactos que, al darles la vuelta, o simplemente al girarlos, se inundan de falsos copos de nieve. Éstos caían sobre la silueta de una antigua ciudadela amurallada, recreada con diferentes colores brillantes. Era Carcasona.”

CÉSAR ANTONIO MOLINA: Sobre la inutilidad de la poesía.

lunes, 19 de diciembre de 2011

CARCASSONNE V


“Por eso me enclaustraron entre atlas y guías y fui un monje, un pequeño novicio que tuvo por breviarios a los Baedekers, un iniciado en el culto del Hotel des Réservoirs de Versalles, de las murallas de Carcassonne y del queso de Brie-Comte Robert. Por eso, como cualquiera que sin vocación sea recluido de niño en un monasterio, detesté la idea del viaje, ya que para mí Europa se trocó en algo similar a un bachillerato de cotidianos exámenes difíciles, y todo lo que allí puede haber de estimulante y de bello se diluyó entre las tarjetas postales repetidas y las enumeraciones de los catálogos.”

MANUEL MUJICA LÁINEZ: Los viajeros.

jueves, 15 de diciembre de 2011

CARCASSONNE IV


“Seguía tendido inmóvil bajo el papel alquitranado, en un silencio lleno de toqueteos de duende. Otra vez su cuerpo se inclinó cada vez más oblicuo hacia abajo a través de pasillos opalinos de bóvedas como ingles, con costillas de luz solar en extinción que se elevaban disolviéndose en penumbra, y llegó a descansar al fin en los jardines sin viento del mar. En torno de él estaban las cavernas y grutas balanceantes, y su cuerpo yacía en el suelo ondulante, dando tumbos pacíficamente a los ecos oscilantes de las mareas.”

WILLIAM FAULKNER: Estos trece.

domingo, 11 de diciembre de 2011

CARCASSONNE III


“Pero Gui niño y Esclarmonda han tenido que convertirse en mendigos y habitan en una covacha del talud, herboso y sombrío, sobre el que se levantan las murallas de Carcasona, sucias de lluvia aquel invierno de tanta agua, los chubascos que arrastra el reposado viento se desploman lentos y espesos como si fuesen una procesión de larguiruchos y meditabundos clérigos.”

BALTASAR PORCEL: Los días inmortales.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

CARCASSONNE II


“No se ve nada de la Cité desde la estación; está oculta por la aglomeración de la ville-basse, que es relativamente (pero sólo relativamente) nueva. Una encantadora avenida de acacias te conduce a ella –te retrotrae a ella, más bien- y te lleva hasta un puente peraltado sobre el Aude, más allá del cual, elevada y distante, la Cité presenta su inconfundible perfil medieval.”

HENRY JAMES: A little tour in France.

sábado, 3 de diciembre de 2011

CARCASSONNE I


“Viajeros la habían visto algunas veces como un claro sueño, con el sol brillando sobre su ciudadela en la cima de una lejana montaña, y en seguida habían venido las nubes o una súbita niebla; ninguno la había visto largo rato ni se había aproximado a ella, aunque una vez hubo ciertos hombres que llegaron muy cerca, y el humo de las casas sopló sobre sus rostros, una ráfaga repentina no más, y estos declararon que alguien estaba allí quemando madera de cedro.”

LORD DUNSANY: Cuentos de un soñador.


Mª DOLORS LAFFITTE: Can vei la lauzeta mover.